lunes, marzo 11, 2013
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Uno de los trabajos de ciencia ficción que más han influenciado la literatura y el cine en tiempos modernos fue sin duda alguna la obra japonesa del 1989 Ghost in the Shell del autor Masamune Shirow. Noten que curiosamente en Japonés el nombre de la obra era en realidad "Policía Armada Anti-Disturbios", pero su título en inglés creo fue mucho más apropiado, y que en español sería algo como "Fantasma dentro del Cascarón" (ya verán por qué en unos instantes).
Esa serie a su vez se inspiró de la extraordinaria obra seminal Neuromancer de William Gibson en 1984, que lidiaba con temas de conectar la mente humana en una super-computadora (similar a The Matrix, la cual se inspiró de Ghost in the Shell y Neuromancer), y Neuromancer a su vez que inspiró en obras anteriores, incluyendo la Alegoría a la Cueva del filósofo griego Platón hace más de dos milenios. Pero al final, todas estas obras en realidad hablan de la misma cosa: De la aparente separación que existe entre lo que llamamos "mente" (y la forma que percibimos el mundo), y el cuerpo físico. Esto, obviamente no es algo solo del dominio de la ciencia ficción y la filosofía científica, sino además es algo que vemos en la mayoría de las religiones del mundo, en donde existen conceptos como "alma" o "espíritu". Pero, ¿se refieren ambos conceptos, a lo mismo? Eso depende de cómo veamos el tema... En su raiz, podemos decir que ambos conceptos son equivalentes, en el sentido de que el Fantasma en el Cascarón, el cerebro en la Matrix, o el Alma o Espíritu representan una parte distinta a nuestro ser físico habitual. Lo que las religiones llaman Alma, la ciencia simplemente llama Mente. Así que hasta ese punto hablamos esencialmente de lo mismo. La gran diferencia ocurre (y es aquí el motivo de este artículo que escribo hoy) cuando tratamos de explicar lo que es esa cosa que llamamos mente, alma, espíritu, o fantasma. En círculos religiosos, el alma/espíritu es algo supernatural, extracorporal. Pero en círculos científicos la mente no es más que el resultado de los patrones neuronales de los seres vivos. La primera versión, la supernatural, surgió muchísimo antes que la versión científica, y es fácil entender por qué surgió: Por ignorancia. Hace 90,000 años los primeros humanos sencillamente no poseían las herramientas necesarias como para saber el origen de un trueno, o de dónde provenía un rayo, o qué eran esos puntos brillantes que pasaban de noche en la cúpula celestial, o mucho menos entender que el Sol era uno de esos puntos, y que nuestro mismo planeta era similar a algunos de esos otros puntos. Así que hicimos lo mejor que pudimos con lo que teníamos en ese entonces: Adivinar. Nos inventamos todo tipo de teorías, algunas alocadas y otras quizás no tanto, y de paso nos inventamos conceptos como el Dios del Trueno, el Dios Sol, la Diosa Luna, y una gran multitud de dioses y teorías de nuestra existencia (que iban desde la Tierra siendo plana, hasta la Tierra estando apoyada en enormes tortugas). Y de forma similar, tuvimos que buscar una explicación a algo extremadamente preocupante: La Muerte. Nadie quiere morir (o casi nadie), y por tanto suena mucho más reconfortante pensar que al morir en realidad "subimos a otro nivel" o "reencarnamos como un gusano", que pensar que todo se acaba. Pero para que esa historia fuera cierta teníamos que inventar algo más, ya que era obvio que al morir terminábamos siendo comida de gusanos. Y nació el concepto de un alma que estaba separada del cuerpo... Avancemos unos miles de años más, y hoy la ciencia sabe, sin margen de duda, que en realidad todo lo que nos define como persona, desde nuestra personalidad y las cosas que nos gustan, hasta las cosas que nos ponen tristes y todas nuestras memorias, así como nuestros anhelos y emociones, son sencillamente el producto de nuestros cerebros. La mente es un patrón emergente del cerebro. ¿Y cómo sabemos eso con tanta certeza? Pues con miles y miles de experimentos y casos documentos, como aquellos de personas que sufren daños en ciertas partes de sus cerebros y eso conlleva a que pierdan alguna funcionalidad motora o mental, o incluso a que perciban el mundo totalmente diferente. Incluso hasta sus personalidades pueden cambiar, así como sus memorias. Obviamente, si la mente fuera algo desasociado del cuerpo, un golpe en la cabeza no debería cambiar quien eres, pero la realidad es que cambias porque quien eres está definido entre las miles de millones de interconexiones que se encuentran en tu cerebro, y si esas interconexiones son lesionadas, sufrirás por ello. Y una analogía a todo esto es el Software que instalamos en nuestras PCs, laptops, tabletas, celulares y demás equipos electrónicos. Tomemos por ejemplo, un celular cualquiera: A la hora que se fabrican en la planta de ensamblaje, todo celular del mismo modelo es idéntico el uno al otro, con el mismo sistema operativo, la misma versión, los mismos componentes de hardware, y todo exactamente idéntico. Son clones unos de otros. Pero en el momento que llega a la mano de consumidores, algo interesante sucede: Los usuarios empiezan a personalizarlo, a agregarles programas, a bajar canciones, a incluir videos, a instalar juegos, etc. Tras poco tiempo, cada celular tiene lo que podríamos decir es una personalidad diferente, siendo virtualmente diferente a todos los otros modelos que salieron idénticos de la fábrica. O en otras palabras, el Software instalado es la Mente del celular. Es lo que lo hace único, lo que hace que almacene en su memoria una lista de contactos diferente a las de otros celulares, lo que hace que reproduzca canciones diferentes, lo que hace que capte fotografías de escenas diferentes. Y lo mismo, exactamente lo mismo, ocurre con nuestras mentes... Nacemos bajo un patrón pre-determinado de fábrica (un patrón codificado en nuestro ADN y nuestros genes), con el cual tenemos todos un cerebro, pero es lo que sucede después, al nosotros "vivir la vida" lo que dicta en buena medida quien es cada uno de nosotros. Son nuestras memorias de niño, las lecciones que aprendemos de nuestros padres, tios, abuelos, primos, amigos, conocidos y desconocidos, lo que esculpe quienes somos. No es un "espíritu" que viene angelicalmente y nos hace ser a imagen y semejanza de ese supuesto espíritu. Somos lo que somos por nuestras experiencias, nuestros errores, nuestros momentos tristes y felices. Y eso que somos tampoco es un absoluto, sino algo cambiante. Hoy día somos bastante diferentes a como éramos 10 o 20 años atrás. Quizás tengamos la misma personalidad feliz o tranquila de hace tiempo atrás, pero es posible que nuestros valores, y forma de ver el mundo haya cambiado, y eso es algo que encaja bastante bien en un modelo de un cerebro que vive, experimenta el mundo y se adapta a su medio ambiente. El Espíritu Humano entonces, desde este punto de vista, no es más que el Software de nuestros cerebros. El Espíritu o Alma, no es más que un proceso físico emergente de nuestros cerebros y nuestras experiencias, o lo que comúnmente hoy llamamos la Mente Humana. La mente/espíritu/alma no es más que nuestro Software personalizado... autor: josé elías |
148 comentarios |
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Comentarios
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"Excelente artículo!!!, esto se debería enseñar en todas las escuelas"
en camino a la singularidad...
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Estoy de acuerdo en eso de que casi todos tenemos miedo a la muerte. Imagínate que después de muerto ni siquiera recordarás lo que fuiste o hiciste en vida, dado que ya no vas a existir... no sé ustedes pero me deja intranquilo, y no le encuentro sentido a eso de que por el mismo motivo de que no tendremos otra vida, debemos esforzarnos y disfrutar de esta al máximo, pero para qué si en determinado momento no recordarás nada de lo acontecido en vida, dado que ya no existirás.