lunes, agosto 2, 2010
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Este sábado pasado publiqué algo bastante sencillo por el canal oficial de eliax en Twitter, y lo que dije fue:
"Seamos realistas: El dinero quizás no traiga felicidad, pero definitivamente ayuda... :)" Y debido a que tengo a Twitter conectado a mi perfil en Facebook (si quieren saber cómo, he aquí una guía), el tweet salió en mi Wall/Pared de Facebook, y rápidamente se generaron decenas de comentarios. Obviamente la gente tiene mucho que opinar al respecto... A tal fin, decidí escribir en un artículo detallado a continuación, mi opinión sobre el dinero en relación a la felicidad, pero en el formato de "Pregunta a eliax". Primeramente, es obvio que así como hay muchos que aman el dinero, así hay otros que lo odian y acusan al dinero de ser el responsable de muchos de los males de la sociedad. Sin embargo, recuerden algo importante: El dinero, a diferencia de muchos que no entienden lo que verdaderamente es, no es algo que tiene un valor intrínseco, podríamos decir que ni siguiera existe. El dinero no es mas que la representación abstracta del valor que le damos y percibimos de nuestros bienes y servicios. En otras palabras, tener mucho dinero no es mas que tener la capacidad de adquirir muchos bienes y servicios, el dinero en sí no importa. Por eso, cuando alguien dice que odia el dinero, está literalmente diciendo en todo el sentido de la palabra que odia todos los bienes y servicios generados por la humanidad. Odia la TV, odia la agricultura, odia las ideas, odia los reproductores de música, odia al Internet, odia los conciertos, odia el trabajo de los médicos e ingenieros, odia todo lo que producimos. Por tanto, decir que uno odia el dinero es decir que uno odia al mundo, razón por la cual cuando alguien dice algo semejante le sugiero que primera entienda lo que es el dinero antes de decir algo que obviamente refleja una ignorancia de la realidad. Conversamente, decir que uno ama al dinero tampoco dice mucho, pues lo que uno ama en realidad es lo que uno puede conseguir con el dinero, no el dinero mismo. Sin embargo, el tema de hoy es, ¿nos hace el dinero felices? La respuesta romántica a esta pregunta, y la que muchos padres enseñan, e hijos aprenden, sin detenerse un segundo a pensar en lo dicho, es que "el dinero no trae la felicidad", sin embargo, alguien una vez respondió "quizás no, pero sí ayuda", y por ahí mas o menos va mi respuesta... Antes de proseguir debemos hacer una pausa y entender algo muy importante (que expliqué en mas detalle en este artículo anterior): La condición social de cada uno de nosotros puede cegarnos antes la realidad del mundo, así como nos hace discriminar ante posibles escenarios mas factibles de los que habitualmente pensamos. Por ejemplo, es mas posible que una persona de bajos recursos económicos diga la frase "el dinero no trae la felicidad" a una persona bien posicionada económicamente. Y en esto también interviene un factor psicológico. Cuando una persona pobre se dice a sí misma que el dinero no trae la felicidad es una manera de esa persona alentarse y distorsionar un poco la realidad para sentirse mejor de su condición de pobre. Mientras que en otro lado del espectro, he escuchado conversaciones de personas poderosas en donde alguien dice que "es bueno que los pobres piensen así porque de esa manera aceptan mejor su condición de pobres". Esto es algo con lo que no estoy de acuerdo en lo absoluto, pues negar la realidad es simplemente cegarse a posibles soluciones para mejorarla. Por eso, mi respuesta es la siguiente: El dinero ciertamente no es el ingrediente secreto que trae la felicidad, pero una persona en una buena posición estable (y no hablo de ser super-millonario, pues incluso el mismo exceso de dinero y poder puede cegar) ciertamente tiene mas posibilidades de sentirse contento con la vida, que alguien que pase una constante lucha solo para traer un plato de comida diariamente a su hogar. Así que propongo que dejemos atrás el mito de que el dinero no trae la felicidad, pues ciertamente ayuda, y mucho. Incluso estadísticas demuestran que problemas económicos es uno de los factores principales para el divorcio en parejas casadas, pues la presión es tan grande que esto conlleva a conflictos que terminan en divorcios (la otra gran razón de separaciones es incompatibilidad sexual, pero eso está fuera de este tema de hoy). Sin duda muchos alegarán que no es necesario tener dinero para ser feliz, y que muchos millonarios viven vidas miserables, y no creo que nadie se oponga a esa afirmación, pero inversamente a esa afirmación podemos también decir que existen muchísimos millonarios felices y muchos pobres infelices, por lo que ese argumento no nos lleva a ningún lado. Mas importate es ponderar el porcentaje de personas pobres que se sienten felices, y el porcentaje de personas ricas que se sienten felices, y los números no mienten: Según las estadísticas, conforme incrementa la clase media en la sociedad, mas es el porcentaje de la población que se declara ser mas feliz que antes (consultar los enlaces al final de este artículo para referencias). Noten, antes de que malinterpreten lo que estoy diciendo, que no estoy alegando que el dinero es la principal fuente de felicidad (lo sea o no). Lo que digo es que afecta positivamente el nivel de felicidad. Un ejemplo clásico de esto es que según encuestas, países como Costa Rica y la República Dominicana tienen los ciudadanos mas felices del mundo, y sin embargo estas no son naciones que sean superpotencias económicas a escala mundial. Por otro lado, en este tipo de estadísticas sí podemos ver que los países que se sienten mas infelices son los mas pobres. En esa misma estadística, los últimos lugares pertenecen a estos países: Burundi, Namibia, Botswana, Tanzania y Zimbabwe, lo que indica que ciertamente existe una correlación entre pobreza e infelicidad. Finalmente quiero decir que soy de la opinión que el mundo es lo que hacemos de el, sin embargo, mientras mas recursos tenemos, mas se nos facilitan poder hacer las cosas que deseamos... Actualización 1: Después de leer varios de los comentarios me he dado cuenta que muchos han interpretado mal el título y el mensaje de este artículo. Este artículo no se trata de definir lo que es la felicidad o las cosas que nos hacen felices, sino simplemente plantear si el dinero nos hace mas felices (por favor, lean el título otra vez, detenidamente). Actualización 2: Un mes después de publicar este artículo, NewScientist publicó este otro (realizado en Princeton University) que corrobora lo escrito por mi en este artículo (¡gracias Gibrán Abreu por el enlace!). autor: josé elías |
116 comentarios |
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Comentarios
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"Interesante en extremo..!
Sería fascinante poder compartir tu consciencia de esa forma con otra persona.."
Sería fascinante poder compartir tu consciencia de esa forma con otra persona.."
en camino a la singularidad...
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También es posible que un rico diga que el dinero no trae la felicidad. Y eso se debe simplemente a que nadie está conforme con lo que tiene. Tener mucho dinero significa tener mucho que perder si uno no trabaja para mantener esos ingresos.
Incluso un rey, que supuestamente lo tiene todo, tiene que cuidarse bien de hacer su trabajo para que la población no piense en deshacerse de él por inútil.
En general, quien más tiene más miedo tiene de perderlo y por lo tanto a veces tener demasiado dinero puede generar suficientes preocupaciones como para compensar las ventajas.
Un indio que vive lleno de parásitos con una esperanza de vida de 50 años tal vez disfrute más de la vida. Pero eso no significa que ser pobre sea mejor sino un asunto de percepciones.
Se dice que no es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita.
Con ese criterio, se podría decir la condición ideal de felicidad es drogarse hasta que a uno no le importe ni siquiera comer. Total... si todo se trata de ser feliz, no hay felicidad más pura y absoluta que la que puede proporcionar una droga.
Pero supongo que estaremos de acuerdo que engañar a nuestro cerebro con una droga no es una manera válida de ser feliz. Con el mismo criterio yo diría que no se puede decir que la felicidad de un indígena que sólo conoce la civilización por referencias sea comparable a la que siente uno tomándose un refresco en su casa, con el aire acondicionado o la calefacción, y viendo su programa favorito de televisión.